Sepultura (fragmento) - Fabián Severo
Eu nunca fui en la escuela. No había. En mi época, los viejo eran la escuela. También se aprendía trabajando. Uno tenía diez año y ya andaba ayudando a trazer un plato de comida pras casa. Pero después que la escuela anidó neste pueblo…¿Sabe lo que enseñaban? Dicen que las maestra contaban una historia donde tres chanchito eran hermano. Dos pasaban de refestelo, y el otro, só trabaiando. En el cuento da maestra, adivine a cuál chanchito le ía mejor. ¡Ah… ya conoce! ¿Cómo pode ser que enseñen eso? ¿Qué el que vive trabajando le va mejor? ¿Onde usted vio un pobre que le vaya bien purque trabajó? En este pueblo, a los único que les fue bien es a los que istán en algún acomodo, purque jodieron a alguien. Mire las casas del aduanero, del alcalde, del dueño da fábrica…
Yo pasé mi vida trabaiando. Llegaba en mi casa de visita. Un día me di cuenta que mi hijo ya no era una crianciña, y al otro día, me di cuenta que ele ya se tenía ido. Un dumingo, descobrí que mientras eu vigiava u portón da fábrica, mi casa tenía envejecido. La cáscara de las parede, as arruga das maderas, las mancha de humedade en el baño… Casa antiguada. Ladrillo estragado. Trabajaba más que el sol y no me daba tiempo ni de curar las ferida del rebolque.
Una mañana, mi mujer istaba calada, con los labio dado vuelta para el lado de la muerte. ¿Y yo? ¿Dónde estive todo ese tiempo? En el trabajo, cuidando un portón que nunca me dejó iscapar da tristeza.
Y agora que ya estoy en el final de mi viaje, me gustaría contar para los que arrecién istán saliendo, que el trabajo no es lo que los va salvar del soplido del lobo, que es mentira ese conto dus tres porquinho...